viernes, 8 de abril de 2016

El padrino de las pool parties


Y se nos terminó el verano. Y junto con el verano terminó el reinado de un señor cincuentón y barrigón que no derrochaba simpatía. Si bien su apellido causaba risa al denominarse con apodo fumanchero, resulta dudosa su autenticidad, tanto como el origen de su reinado.
Todo comenzó al ser el padrino mayoritario de la terraza de un edificio cercano a la intersección de dos avenidas altamente frecuentadas por taxiboys y público gay de baja estofa.
La codicia de este señor comenzó al administrar las llaves de esa famosa terraza donde se han celebrado numerosas pool parties que se han puesto de moda este verano, al ritmo de los pies descalzos de vampiros de dia que se movieron bailando en su deck y refrescaron su estado bajonero y su alto grado de alcohol en la pile, mientras este señor tiraba altos perros a las señoritas concurrentes que sólo se reían de su prominente salvavidas que exudaba toxinas bajo el sudor del calor del verano, mientras el preparaba choripanes y lomitos vuelta y vuelta en las fiestas, inventando el nombre del corte de la carne para convertirlos en fast food cool piletero.
La fortuna de este señor crecía bajo los altos precios de las entradas, dejando pequeños vueltos a los djs obreros de su fábrica de dinero, sin listas de invitados free aunque se tratara de los acompañantes de los djs o la sobrina de Mauri que tampoco iba alli. Los tickets de descuento tampoco estaban admitidos en el reino de Poniendo estaba la Ganza.
Tatuajes tribaleros, piercings cicatrizados, duras expresiones de rostro, manos portadoras de camparis en vasos de plástico, mallas pasadas de moda, anteojos ocultando ojos irritados, latas de cerveza barata con alto sobreprecio, todo pasaba patinando por el recalentado deck de la concurrente avenida. Asi eran los atardeceres de los jueves de un pretendido after que de office no tenia nada.

A medida que la codicia de este curioso padrino crecía, aumentaba astronómicamente el numero de concurrentes sin control de admisión y/o portación de rostro, raza, aspecto o tribu. Y por supuesto, los vecinos cada vez mas enfurecidos por estas bizarras festicholas que dejaban restos de puchos, latas, orines, preservativos y demás yerbas en los pasillos de los catorce pisos debido a las frecuentes roturas de ascensor, terminaron cambiando las cerraduras de acceso a esta famosa terraza y se cerraron para siempre las puertas del paraíso veraniego de los billetes del barrigón.  

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