Era una cuarentona muy
fiera como para seducir muchachos, y que le gustaban mucho los djs.
Tanto le gustaban que a los mas inexpertos o no tan convocados les
otorgaba contactos para una fecha a cambio de una buena murrita. A
algunos jovencitos clubbers los seducía regalandoles caras y ricas
rolas en las fiestas. Fue novia de señores grandes también: un
famoso y cotizado dj que terminó bloqueándole la entrada a los
clubes donde el tocaba despues de huir de ella, y de otro señor
distribuidor de frangancias. Con ambos ha contado que estuvo a punto
de casarse, con vestido blanco, muebles y todo, situación de dudosa
credibilidad.
Cambió mucho de amigos.
Ella adoptaba nuevos amigos intimos con los cuales chatear y mandar
audios diarios para confiarles sus problemas que sus mas
incondicionales amigos estaban cansados de escuchar, pero que tiempo
después se transformaban en sus enemigos. Según ella, todos
terminaron siendo malos con ella. Y todos eran culpables de su
malestar. Parece que se trata de una chica que al hacer sociales
adoptando nuevos amigos habla muy mal de sus antecesores diciendo que
ella es la buena de la película y mi abuelita me decía que cuando
una persona dice siempre que es buena en realidad no lo es. Pero en
fin.
No se supo nunca si
recibía atención psicológica o psiquiátrica que la ayudara
realmente a esta muchacha, pero he oído en mis investigaciones toda
clase de historias en las que ella fue víctima de sus nuevos
enemigos: de un gatito de la noche que acusó de ladrón a su mejor
amigo y encima le quiso robar un chabón de ella, de un joven dj que
la clavó con la cuenta de un restaurant, de una amiga de una dj
amiga que la presionó sin escrúpulos para que le devolviera un
objeto que no era suyo, de una conocida dj que la amenazó
reclamandole el dinero de un pasaje de barco que suuestamente le sacó
de prepo a Uruguay sin consultarla (cosa sospechable mas aún si
necesitó preguntarle el número de documento para sacarlo), de que
una cabinera le robó su cartera (sin que sea siquiera su amiga y
este cerca de ella esa noche), y de la prima de una conocida que la
clavó mal prometiéndole el alquiler de un departamento que ella
poseía (sin necesitar garantía) y cuando estaba lista para ocupar
el depto el primer día, al hacer las valijas dejando a su marido, se
encontró con una bocha de mensajes sin responder. Mas tarde, ella
diría que jamás le dijo nada. Que todo era un invento de la
atonlondrada chica.
A ella le encantaba ser
la madama de la fiesta y la públicas de todo su séquito, se
encargaba de llamar por teléfono para reservar mesas en bares, de
hacer conseguir la mafafa para el grupete, de hacer “amistades”
con dueños de locales y hombres de cierto poder en la noche.
Es una supuesta
licenciada sin el cuadro del título en la casa, con sueldo en negro
y sin tarjeta de crédito.
Y se cuenta que a esta
chica le gustaba tanto la milonga que la vieron en el patio de un
conocido resto taparse la nariz con servilletas porque el tabique le
estalló jugandole malas pasadas.
A Pepita no la hace reir
ni la Pepa porque se la ve siempre con cara de culo. Nadie sabe
porque tiene un grupito muy reducido de incondicionales amigos, pero
quiza esta chica dentro de su locuacidad y arrebato tenga gente que
la quiera.
Por suerte nunca me la he
cruzado pero la he visto en fotos de facebook tapandose los ojos con
gafas negras, vistiéndose toda de negro y posteando frases
denunciativas de una realidad que sólo ella ve con sus propios
ojos.
No hay mucho mas que
decir sobre Pepita, una chica intensa y de carácter, dispuesta a
hacer lucha en el barro con futuras victimas de sus finas garras. Es
un personaje común como tantos de estos personajes de la noche
porteña que aparecerán y desaparecerán bajo las luces led de algún
cartel de la puerta de un club que diga “EXIT”.